¿Por qué hay que hacerse mamografías durante la menopausia?

El hecho de dejar de tener la regla no significa olvidarse de algunas pruebas básicas para la salud femenina. En la menopausia es necesario seguir cuidando de la salud del aparato reproductor y de los senos. Hacerse una mamografía puede resultar molesto, por el estrujamiento al que se somete el pecho para analizarlo. Pero, una mamografía permite saber qué hay dentro del pecho, y prevenir la posible aparición de algún problema que pueda derivar en algo más serio.

Una vez realizada la mamografía, el médico analizará lo que ve en la imagen, buscará cambios, desde calcificaciones a masas, o cualquier anomalía que parezca cáncer.

Si ya te has hecho alguna anteriormente el médico podrá comprobar la evolución de tus senos. La forma de esas calcificaciones y su distribución en la mamá indicarán su relación con el cáncer.

Las calcificaciones se pueden dividir en macrocalcificaciones y microcalcificaciones. Las primeras son acumulaciones de calcio consecuencia del envejecimiento del pecho o de alguna pequeña inflamación. Son habituales en las mujeres mayores de 50 años, y por lo general no se relacionan con el cáncer. Las microcalcificaciones son acumulaciones más pequeñas y sin embargo, pueden ser más preocupantes en cuanto a la posibilidad de que se relacionen con la aparición del cáncer.

Otra anomalía que podría detectarse en una mamografía es algún tipo de formación que no sea parte del tejido de la mama, como quistes. Los quistes habitualmente están llenos de líquido y no son peligrosos, de no ser así es posible que se necesite alguna prueba más para cerciorarse, como por ejemplo, una biopsia o una ecografía.

En cualquier caso el hecho de que las anomalías se detecten en una mamografía permite un pronóstico temprano y una pronta intervención en caso de que sea necesaria.

Se insiste con frecuencia en la necesidad de realizarse autoexploraciones mamarias para detectar cualquier bulto que resulte sospechoso. El cáncer de pecho no suele ser doloroso, por lo que no suele notarse salvo que se busque. De ahí la importancia de adelantarse y prevenir, realizando de forma regular autoexploraciones y malograrías cada dos años salvo que el especialista indique otra frecuencia.

Imagen: Darius Bashar en Unsplash

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