
La rosácea es una afección común en la piel que se caracteriza por producir enrojecimiento y pequeñas arañas de vasos sanguíneos y a veces granitos con pus. Normalmente se presenta en la cara y en los ojos, aunque también puede aparecer en el cuello o el pecho.
La rosácea aparece como un rubor tras un episodio de sofocos, que permanece y se extiende por el resto de la piel de la cara. A veces los síntomas permanecen durante un tiempo y luego desaparecen.
Según los síntomas se clasifican en prerrosácea, rosácea vascular, inflamatoria o rinofima, en ésta última se engrosa la piel de la nariz que parece bulbosa, muy frecuente en hombres.
Pero la rosácea no solo afecta a la piel, también a los ojos y los párpados, que se enrojecen y se inflaman. El paciente tiene sensación de tener algo en los ojos, ardor y lagrimeo constante.
No se conoce muy bien qué la causa, pero sí está claro que no está relacionada con una higiene deficiente y tampoco es contagiosa. Existe un tratamiento que permite controlar los síntomas y aliviar sus signos. Dado que la rosácea tiene síntomas muy similares a otras afecciones de la piel, el dermatólogo será el que debe establecer un diagnóstico para proponer un tratamiento.
Además del tratamiento para aliviarla hay que evitar todo aquello que puede desencadenarla, como los picantes, el alcohol, cambios bruscos de temperaturas, o algunos medicamentos y cosméticos. La menopausia también puede ser uno de estos desencadenantes, en este caso inevitable, ya que la bajada de nivel de estrógenos afecta a la piel, dando lugar a picores, eczemas, piel más fina y débil, y aparición de arañas capilares, acné o rosácea. Por último, los sofocos de la menopausia y la vasodilatación de la piel hacen que la rosácea aparezca con frecuencia después de padecerlos.
Es más problable tener rosácea:
- Si hay antecedentes familiares
- Es más frecuente en mujeres, salvo la rinofima
- Aparece después de los 30 años
- Afecta más a personas con piel blanca
Si estás en la menopausia y tienes rosácea, la primera medida que tienes que tomar es controlar los sofocos y además seguir el tratamiento recomendado por el dermatólogo para reducir los síntomas y retrasar en la medida de lo posible cualquier otro. La terapia hormonal, con estrógenos, puede ayudar a tratar los sofocos y también paliar los efectos de la menopausia sobre la piel.
En ocasiones las fluctuaciones hormonales causan estrés, por lo que la medicación también puede aliviar los síntomas de la menopausia y la rosácea. En cualquier caso, ya en la postmenopausia, los síntomas de la rosácea suelen mejorar.
Si tienes rosácea, cuida tu alimentación evitando los alimentos que favorezcan su aparición. Sé cuidadosa con la higiene de tu piel y utiliza cremas adecuadas con factor alto de protección solar. Maquillajes hipoalergénicos, desmaquilladores suaves y limpiadores específicos para los ojos. Evita baños y duchas calientes así como saunas o baños de vapor que dilatan la piel.
La rosácea no tiene que ser un problema durante la menopausia si cuidas tu piel de forma conveniente.
Imagen: Taylor Smith en Unsplash
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